Está muy extendida la idea de que hay que acabar lo que se empieza sí o sí. Si no acabas lo que empezaste serás visto como un perezoso y un holgazán. ¿Cuántas veces te has leído un libro malo hasta el final únicamente por esa obligación de terminar lo que se empieza? ¿Y una película? ¿Y esa relación que le das cuerda aún y saber que la cosa no va a ir a buen puerto? ¿O ese proyecto que no te apasiona y en tu interior sabes que al final vas a abandonarlo pero te resistes a ello por esa obligación de terminar lo que se empieza? Suma mentalmente todas las horas desaprovechadas en tareas que aún y saber que no valía la pena continuar con ellas lo hiciste por ese remordimiento de dejar lo que empezaste. Es imposible saber la cantidad de horas derrochadas por culpa de esta idea destructiva pero ya te lo digo yo: una cantidad ingente de horas que de bien seguro que si las juntamos suman meses de nuestras vidas.
Sustituir esta idea equivocada por la correcta
Yo digo que todos aquellos que defienden que hay que acabar lo que se empieza se equivocan profundamente y que le están haciendo un flaco favor a quien así se lo hacen ver. El tiempo es oro y sería un derroche de tiempo el destinarlo a realizar tareas que antes de acabarlas ya vemos que no vale la pena continuar con ellas. Por lo tanto, abría que rectificar la enseñanza por: hay que acabar lo que se empieza siempre y cuando valga la pena y se pueda acabar.
Los que nos dijeron que lo que se empieza se acaba hicieron muy bien su trabajo, pues por su culpa tenemos gravada a fuego en nuestra conciencia ese mal consejo. Esto provoca que nos sea más difícil identificar aquellas tareas que deberíamos abandonar por improductivas o imposibles.
Cómo identificar cuándo hay que dejar de hacer una tarea
Cuando estamos haciendo una tarea que no satisface nuestras expectativas o que nos resulta extremadamente difícil continuar con ella nuestro cerebro (de una forma subliminal si se quiere) nos está mandando señales de alarma de que algo no va bien. La clave está en identificar esas alarmas cuanto antes para perder el menor tiempo posible con una tarea improductiva para nosotros.
Algunas de estas señales de alarma son:
- Aburrimiento.
- Te hace falta un gran esfuerzo para continuar con la tarea.
- Te falta pasión y entrega en la tarea.
- Te distraes fácilmente con otras cosas.
- Los resultados que obtienes de tu tarea distan mucho de los esperados.
- Tienes ganas de abandonar la tarea.
Estas son algunas de las señales que seguro que conoces bien, pero no son las únicas. Identifica tus propias señales cuando hagas tareas que despierten en ti ganas de abandonar. Sé más consciente de esas señales que te manda tu cerebro y hazles caso. Rara vez la intuición se equivoca. Práctica y poco a poco serás un maestro en identificar tareas improductivas que lo único que te aportarán es derroche de tiempo y malestar.
Cuándo es el mejor momento para abandonar una tarea
La mayoría de abandonos de tareas y proyectos se produce demasiado tarde. Cuando transcurre mucho tiempo la inversión de esfuerzo y tiempo (y en algunos casos de dinero) que hemos dedicado a la tarea es tal que nos impide asumir la realidad y nos resistimos a abandonar. Hay dos momentos diferentes en los que podemos abandonar una tarea que, ordenados por grado de conveniencia, son:
1. Justo al principio de la tarea. No hemos dedicado ni mucho tiempo ni esfuerzo por lo que abandonarla no nos supone mucho coste. No obtenemos ningún provecho de haber empezado la tarea pero al menos no perdemos mucho tiempo. El tiempo lo destinamos a otra tarea que sí vale la pena o que podemos acabar.
2. Avanzada la tarea. Hemos invertido demasiado tiempo y esfuerzo como para abandonar ahora, pero ya no podemos más y abandonamos. No obtenemos ningún provecho o muy poco pero sí que nos produce un alto coste en tiempo y esfuerzo.
El mejor momento para abandonar una tarea es justo al principio o cuanto antes mejor. Pero si ya hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo y la tarea ya está en un estadio muy avanzado es mejor continuar y acabarla que abandonar. Al menos, si así lo hacemos, obtendremos algo de provecho.
Ejemplos de cuándo es el mejor momento para desistir de continuar haciendo una actividad
Novelas y películas
Si una novela es mala en sus primeras páginas será mejor que cierres el libro (o apagues el Kindle) y vayas a hacer otra cosa mejor con tu tiempo. Con las películas actúa igual, si en los 15 primeros minutos no te engancha a otra cosa mariposa. Todo buen escritor y editor (cineasta y productor, en el caso del cine) saben que las primeras páginas o los primeros minutos son clave para captar la atención del lector (espectador). Por ello, si el material que consumes no te dice nada al principio será mejor cambiar a otra cosa.
Proyectos
Pregúntate a ti mismo:
- ¿El provecho que voy a obtener de ejecutar este proyecto vale el tiempo y esfuerzo que voy a dedicar?
- ¿Puedo llevar a buen puerto el proyecto o es una utopía?
- ¿Siento pasión por el proyecto o lo hago porque me siento obligado?
Responde a estas preguntas y toma una decisión: continúo con la tarea/proyecto hasta acabarla o desisto y la doy por concluida. Si has sido completamente sincero contigo mismo seguro que la decisión que tomes es la correcta.
Un último consejo: escucha a tu intuición. El subconsciente procesa una cantidad ingente de información y si la intuición dice (mediante signos de alarma y sensaciones) que abandones será mejor que le hagas caso. La intuición rara vez se equivoca.
Acaba las tareas que valen la pena acabar o que puedes acabar y las demás abandónalas tan pronto como detectes su inutilidad. Hazlo así y tu productividad mejorará considerablemente.
[…] Lectura relacionada: El Arte de Abandonar […]