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Cómo el Entorno Afecta a Tu Productividad

escrito por  David Cantone

¿Cómo es tu entorno?

¿Te facilita el trabajo y te estimula a lograr metas ambiciosas o, por contra, te desanima y entorpece cada paso que das?

Pocas personas valoran en su justa medida la importancia que tiene el entorno en su éxito personal.

Sin ellos saberlo (o sabiéndolo pero no actuando para remediarlo) su entorno puede estar lastrando su progreso hasta el punto de acabar con sus aspiraciones personales.

Pero, ¿de qué entorno estoy hablando? Y más importante aún: ¿Cómo le damos la vuelta a la tortilla transformando un mal entorno en uno bueno? Las respuestas a estas y a otras preguntas en las próximas líneas. . .

El entorno es todo aquello que…

… te rodea.

Es decir, tu entorno en esencia se compone de 3 elementos:

1. El espacio físico en el que trabajas y produces los activos de tu negocio.

2. Las personas con las que pasas tiempo y te relacionas.

3. Las ideas y mensajes que revolotean a tu alrededor.

Cualquiera de estos tres elementos puede arrastrarte al fango de la mediocridad, si se lo permites. Nunca dejes que el entorno te hunda. Moldea tu entorno a tu conveniencia para asegurarte que juegue a tu favor y no en tu contra.

Veamos ahora cómo hacerlo.

1. Actuando en tu zona de trabajo

Tu rendimiento está en gran parte determinado por el entorno en donde trabajas. En la medida de lo posible, deberías trabajar en un entorno que cumpla en un alto grado con los siguientes puntos:

  • Orden y limpieza. Pocas cosas pero necesarias y cada una en su sitio.
  • Espacio. Necesitas espacio. Los espacios pequeños deprimen. Además, el estar mucho rato en un espacio pequeño agota mentalmente por lo que buscarás formas de evadirte y escapar del habitáculo, ya sea soñando despierto imaginándote en lugares mejores o distrayéndote con cualquier cosa que encuentres a tu alcance (internet, móvil, otra persona, etc.).
  • Silencio. La concentración requiere silencio.
  • No distracciones. Identifica cuales son tus principales distracciones en el trabajo. Elimínalas, sácalas del lugar o minimiza su efecto.
  • No interrupciones. Si a cada media hora alguien te viene a hablar es imposible que seas productivo. No soy partidario de trabajar en espacios compartidos con otras personas, salvo si no hay más remedio y siempre que se respete el valor del silencio.
  • Comodidad. Una buena silla, una buena temperatura (ni frío, ni calor), etc.
  • Iluminación. Debería entrar luz natural de uno de los lados de la habitación. Esta luz se complementa con luz artificial. Una luz deficiente seca los ojos y cansa la vista, lo que a su vez puede derivar en dolores de cabeza.
  • Vistas. Trabajar en una habitación sin ventana o con malas vistas es deprimente. En cambio, una buena vista levanta el ánimo y refresca la mente. La vista a poder que se pueda debería ser abierta (no obstáculos, como edificios, que la tapen) y debería poder verse mucho cielo y naturaleza (como hierba, árboles, montañas o mar).
  • Ventilación. La calidad del aire del lugar en el que trabajas es muy importante para sentirte bien a lo largo del día. No cuesta nada abrir la ventana un rato antes de ponerse a trabajar. La mala ventilación afecta negativamente al rendimiento y, por si esto fuera poco, enferma a las personas.

Entre otras cosas, produce lagrimeo, congestión nasal, trastornos respiratorios, pérdidas de concentración y dolores de cabeza. Lamentablemente muchas empresas de nuestro país o no lo saben o les da igual pues a pesar de ello siguen manteniendo sistemas MUY deficientes de ventilación. Edificios cerrados para ahorrar energía, aires acondicionados, calefacción y un mal sistema de ventilación, un cóctel que nos explota en la cara. Hablo por experiencia. Recuerdo una empresa en la que trabajé hace unos años en la que limpiaron el techo con disolvente y ni siquiera ventilaron correctamente el lugar. Nada más llegar me di cuenta de que no era sano trabajar en esas condiciones así que me fui a casa.

Pasamos demasiadas horas en el trabajo como para no sentirnos a gusto. Optimiza tu puesto de trabajo para mejorar cada uno de los puntos arriba citados y, con ello, mejorarás tu rendimiento. Seguro.

Merece la pena invertir en tu zona de trabajo, ya sea para mejorarla o para cambiarte a una nueva. También se pueden conseguir buenos resultados sin necesidad de rascarse el bolsillo. Por ejemplo: cambiando los muebles de sitio, limpiando la zona de trabajo de objetos inservibles, ventilándola cada mañana, etc.

¿Trabajar desde casa o trabajar fuera de casa?

Muchos ven el trabajar desde casa como una gran ventaja, yo no.

Trabajar desde casa tiene un gran problema: hace confusa la línea que separa el trabajo de la vida hogareña, del ocio y del descanso.

Consecuencia: trabajas muchas horas y eres poco productivo.

Esto es así salvo que tengas una habitación, una planta o un piso que puedas destinar únicamente a trabajo. Esto siempre y cuando sepas definir bien tu horario de trabajo y lo cumplas. De lo contrario, es preferible tener una oficina o un despacho en el que trabajar. Así cuando sales del despacho cambias de chip y desconectas.

Si queremos vivir bien vamos a necesitar equilibrio entre las diferentes esferas de la vida. Para ello no nos queda otra que marcar límites claros y cumplirlos. Trabajar fuera de casa nos ayuda a marcar y respetar esos límites.

Es una cuestión mental, cuando uno llega al despacho o a la oficina es para trabajar y no para pasar el rato. En casa, en cambio, uno debería descansar y relacionarse con las personas con las que convive. [Ver: Cómo Superar la Adicción al Trabajo en el Mundo Emprendedor].

Conclusión: si puedes trabajar fuera de casa en una buena oficina o despacho mejor. Si no puedes entonces trata de destinar una habitación de tu casa en exclusiva al trabajo y asegúrate que cumples los límites de horario que te marcas. Si aún no puedes hacer ni una cosa ni la otra entonces trabaja por ello y cuando puedas hazlo.

De nuevo, merece la pena invertir en tu zona de trabajo. Está en juego el ser productivo y el tener una vida equilibrada.

2. Actuando en tu círculo cercano

Qué duda cabe que nuestras amistades y familiares tienen una importante influencia en nosotros.

Por más que lo intentemos no somos impermeables a sus estados de ánimo, a sus opiniones, a sus quejas y frustraciones. Por esta razón debes cuidar mucho con las personas con las que te relacionas.

Busca personas afines a ti, que tengan una visión de las cosas parecida a la tuya, que vivan con pasión, que tengan aspiraciones en la vida, que te animen a desafiar y superar tus límites, que te motiven a mejorar día a día como persona.

Rodearte de personas despiertas e inquietas es el mayor estímulo que hay para superar los límites que tú mismo te habías impuesto.

Como dijo Mark Twain: “La gente magnífica puede hacerte sentir que tú también puedes llegar a serlo”. Así que en la medida de lo posible trata de relacionarte con gente magnífica.

No digo que tengas que cortar mañana mismo con todas tus amistades. Es un proceso orgánico, por decirlo de alguna forma. Poco a poco vas filtrando tu círculo de amistades y te centras en aquellas personas que te aportan algo de valor a tu vida.

Internet es una gran puerta abierta al mundo. Tienes a tiro de piedra el conectar con quien quieras. Aprovéchalo.

¿Y qué pasa con la familia?

“La familia no la puedes elegir, es la que es”. Cierto, pero eso no quita que su influjo nos pueda ser perjudicial. Por ello, si percibes que su conducta hacia ti o sus palabras te están desanimando o minando tu confianza es preferible no pedirles su opinión y si, a pesar de ello, te la dan, hacer caso omiso.

Ellos opinan y dan consejos en atención a su realidad de las cosas, la cual no es la misma que tu realidad. Ellos no conciben como posible tu realidad. No pueden ver la realidad tal y como tu la ves. No dejes que otros que tienen una visión muy limitada de la realidad te digan qué es lo mejor para ti. Sólo tú tienes autoridad para decidir acerca de tus asuntos.

¿Te gustaría que otros te apoyaran? En ese caso, mi mejor consejo es que trates de enseñarles predicando con tu ejemplo. Como diría Gandhi, “Sé tú mismo el cambio que te gustaría ver en el mundo”. Sé aquella persona que te gustaría ver a tu alrededor. Si pasan los meses y eso no sucede, entonces es mejor que busques en otro lugar.

Conclusión: busca estímulo e inspiración en otros; atrae a tu vida personas afines a tu visión de la realidad; trata de cambiar el parecer de aquellos que ahora no te entienden ni te apoyan a través de tu ejemplo; y, si esto no funciona, construye una coraza invisible que te proteja ante cualquier influjo negativo de tu círculo más cercano; y, como último recurso, sal de ahí y busca un entorno más favorable.

3. Actuando en las ideas y mensajes que recibes

Este entorno, el formado por las ideas y los mensajes, es sin duda el que tiene un mayor efecto en el porvenir de las personas y, curiosamente, es al que menos atención se le presta.

Puedes trabajar en un espacio pequeño y mal acondicionado y a pesar de ello tener éxito; puedes estar rodeado de personas que no te inspiran ni estimulan y a pesar de ello tener éxito; pero lo que de bien seguro no puedes hacer es tener éxito si tu mente no está programada para conseguirlo.

La fuente de todo éxito reside dentro de nosotros mismos, lo cual, en esencia, significa que se encuentra en nuestro cerebro. Si el programa que lo hace funcionar no es el adecuado entonces el resto simplemente no puede marchar bien.

A lo largo del día, seamos conscientes o no de ello, miles de mensajes e ideas de todo tipo se abren camino a nuestro cerebro. Nuestro cerebro se nutre de ellos como si fuera su alimento. Si el alimento está en mal estado acabará por pasarnos factura.

Imagínate el efecto que puede tener en alguien el recibir un día tras otro, durante meses y años, mensajes vacíos de sustancia, negativos o limitadores. Estos mensajes dan forma a tu percepción de la realidad y déjame que te diga algo: tu percepción de la realidad lo es todo. [Retweet]

Por ejemplo, si tu realidad dice que A para ti no es posible sino que tienes que conformarte con B, entonces para ti A no es posible. Dicho de otra forma, tienes una realidad limitada por los mensajes que has recibido a lo largo de la vida.

¿Se puede reprogramar el cerebro?

Ya lo creo que se puede. Yo llevo haciéndolo desde los 17 años y cada vez soy más exigente con el tipo de mensajes a los que abro la puerta.

La fórmula para conseguirlo es muy sencilla:

1. Identifica las principales fuentes de las que emanan mensajes perjudiciales, limitadores, desalentadores o negativos.

La vía de entrada de estos mensajes son en esencia: padres, profesores, amigos, conocidos, la sociedad, los libros, la televisión (noticias, programas, películas y series), la radio, canciones, revistas, periódicos y el internet (blogs, páginas de noticias y social media).

Las fuentes de por sí no entrañan ningún riesgo, son sus mensajes los que nos pueden dañar.

Por ejemplo, un mensaje dañino sería el de “estudia una buena carrera si quieres tener seguridad en tu porvenir y si quieres vivir bien”. Este mensaje hace 50 años podía tener su sentido, hoy, en cambio, ha demostrado ser un consejo nefasto.

Otro mensajes dañinos: “No eres lo suficientemente bueno”; “La gente es mala. Si pueden te pisarán para lograr sus objetivos”; “Si quieres que algo se haga bien lo tienes que hacer tú mismo”; y otros tantos que están muy de moda últimamente: “CRISIS!! PARO!! QUIEBRAS!! PRIMA DE RIESGO!! CONGELACION DEL CREDITO!!”.

Identifica qué otros mensajes han hecho mella en ti a lo largo de tu vida. Te han estado envenenando por mucho tiempo. Por suerte, existe un antídoto.

2. Bloquea o limita la entrada de esos mensajes dejando de exponerte a ellos.

Identificado el mal y quien lo emana es el momento de minimizar el efecto de esos mensajes dañinos y de limitar tu exposición a ellos.

Para ello: (1) crea una coraza protectora para que cuando recibas ese tipo de mensajes reboten sin lastimarte; (2) deja de  exponerte a las personas y a los publicadores de esa clase de mensajes.

Por ejemplo, si las noticias no hacen más que escupir basura entonces deja de verlas. ¿Aportan algo de valor a tu vida? ¿Te ayudan a ganar el pan que comes? Lo “único” que aportan es negatividad, preocupaciones e información inservible para tu día a día. Por eso yo no las veo desde hace años.

Busca esas fuentes de mensajes dañinos y bloquéalas.

3. Identifica las principales fuentes de las que emanan mensajes favorables y positivos, que despiertan conciencias, que expanden el alcance de lo posible, que te estimulan a mejorar como persona, a soñar y a luchar por conseguir lo que de verdad quieres.

Al igual que de unas fuentes acostumbran a salir mensajes dañinos de otras lo hacen mensajes favorables y beneficiosos.

Estos mensajes los podemos encontrar en: personas que nos inspiran y animan a dar lo mejor de nosotros mismos, libros, ebooks, blogs, archivos de audio y podcasts, cursos, seminarios, vídeos, películas, canciones, etc.

En definitiva, cualquier material que te inspire, te motive y que te ayude a creer en ti mismo y en tus proyectos.

4. Nutre tu cerebro en la medida de lo posible con estos mensajes favorables exponiéndote siempre que puedas a ellos.

Al igual que hemos estado años de nuestras vidas “nutriendo” nuestro cerebro con mensajes e ideas de dudosa calidad, ahora hay que hacer justo lo mismo, pero con mensajes de buena calidad.

Algunos mensajes que considero beneficiosos: “Yo puedo hacer con mi vida lo que quiera. Yo decido” (ver: Vive la Vida Según Tus Propios Términos); “Puedo lograr lo que me proponga. No hay límites a la voluntad”; “Las personas en esencia somos iguales. Por ello, si otro ha podido entonces yo puedo”; “La gente es buena por naturaleza. Si les ayudo en algo entonces alguno de ellos me ayudará también a mí”; y un largo etc. Aquí te dejo otros 51 mensajes que pueden favorecer esa transformación en ti.

Algunas acciones concretas:

  • Rodéate de personas que te inspiren y que te sirvan de ejemplo.
  • Lee libros que te animen a vivir la vida a tu manera, que te inspiren para luchar por tus aspiraciones y que te instruyan para conseguir lo que te propongas.
  • Escucha podcasts o archivos en audio, ya sean productos de pago o materiales gratuitos, que te cuenten al oído lo que necesitas de verdad escuchar. (¿Conoces BloggerCast? Por cierto, estoy a punto de relanzarlo).
  • Acude a seminarios presenciales en los que aprendas cosas útiles y, además, conozcas a personas con tus mismas inquietudes y con una visión similar de las cosas.
  • Busca a alguien con el que puedas hablar de tu pasión, intercambiar ideas y compartir experiencias.

Como diría Jim Rohn: “Aprende a trabajar más duro en ti mismo que en tu trabajo”. La clave del éxito está dentro de ti.

El entorno influye en ti pero tu también puedes influir en cómo es tu entorno. Hazlo, moldéalo a tu conveniencia. Optimiza tu zona de trabajo, rodéate de personas despiertas y reprograma tu cerebro para el éxito nutriéndolo de mensajes e ideas que te inspiren, te motiven y te hagan creer en ti mismo.

Cuando estés listo, hay 2 maneras en las que te puedo ayudar:

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